lunes, 4 de noviembre de 2013

LO QUE NO VEMOS Y LO QUE HEMOS OLVIDADO

Nuestro universo (aún a riesgo de que la palabra “nuestro” suene demasiado pretenciosa) es un impresionante, bello y desconocido espacio inconmensurable e infinito. Y al decir, infinito, quiero decir que ni aún yendo hacia arriba, abajo, hacia la derecha o hacia la izquierda, encontraremos un límite.


Alberga miles de millones de estrellas, galaxias, planetas, asteroides, agujeros negros, supernovas… Un sinfín de creaciones de múltiples colores y formas. Si navegáramos por la Vía Láctea, hallaríamos doscientos mil millones de estrellas. Para el ojo humano esto resulta gigantesco, inabarcable. Dimensiones y distancias que se manejan con un parámetro más elevado, con una conciencia superior.

Nuestro Sol, el líder que ilumina a todos los planetas del sistema que danzan a su alrededor, en un juego exacto, se encuentra en la Vía Láctea. A nuestros ojos, el astro rey es un inmenso foco de energía, luz y calor; pero no es más que una estrella pequeña. Hay estrellas cientos y miles de veces más grandes. Si hago esta comparación, es para hacer elástica nuestra imaginación y conciencia, abandonando la visión limitada.

Pequeño o grande, el Sol es la fuente de la vida en Gaia, el planeta que llamamos Tierra (a pesar de que más de la tercera parte esté compuesto por agua), cuyo nombre se remonta a la mitología griega. Los antiguos griegos llamaban Gea o Gaya a la Tierra, considerada como la diosa Madre o la Gran Diosa, la base de la vida tal y como la conocemos en la tercera dimensión.

El sistema solar cuenta con los planetas Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, y hasta hace pocos años también Plutón, todos con nombres de dioses romanos, recuérdalo. Y dicho sistema pertenece sólo a una galaxia. Hay muchísimas más, incluso hay colisiones de galaxias enteras. Tenemos que saber, sólo para situarnos, que hay 10,000,000,000 de galaxias como la nuestra (es necesario masticar lentamente estas cifras ya que no podemos ni imaginar tanto espacio ni tanta creación).

Todo está moviéndose. Todo tiene sus ciclos. Hay choques de meteoritos, hay nacimientos y muertes de estrellas; en el universo pasan muchas cosas que ignoramos y los astrónomos hacen lo que pueden por averiguar. Estos científicos han descubierto que existen otras constelaciones y planetas a 20, 30 o 100 millones de años luz de distancia. Hasta el año 2007 se habían descubierto 270 planetas extrasolares, casi todos de mayor tamaño que Júpiter.
Tomemos un respiro con calma.

El universo, esa inmensidad “allí afuera”, podríamos pensar… Pero, ¿qué sucedería si los seres humanos fuéramos como una célula dentro del cuerpo que no puede ver lo que hay “afuera” (sólo cuando la sangre sale)?, ¿o igual que un pez que no puede salir del agua para ver que existen otros mundos y otras realidades. Un tiburón, por ejemplo, no puede llegar a saber toda la amplia gama de vida que hay fuera de su hábitat. No sabe nada sobre las palmeras, las montañas, los volcanes… En raras ocasiones, hay casos como el cangrejo, la foca, el cocodrilo o el delfín, que pueden pasar de un mundo al otro, conocer lo terrenal y lo acuático, pasar casi de una dimensión a otra. Así y todo, un cangrejo nunca conocerá por sus propios medios el Aconcagua, el Everest, la Acrópolis o las pirámides de Egipto.

A nosotros nos puede pasar igual que al cangrejo respecto al universo y a otras formas de vida. Ya que, entre los seres humanos, a lo largo de una dilatada historia (mucho más amplia en el tiempo que el que nos han impuesto y hecho creer), hubo personas como los cangrejos, focas o cocodrilos, que han podido tener “vislumbres” de otras realidades; que han podido estar en un elemento y en otro, lo que para nosotros sería pasar de la tercera dimensión a dimensiones superiores. Estos “hombres cangrejo” pudieron asomar su conciencia a realidades diferentes y ver sólo algunas “palmeras” de la playa cercana. Fueron sabios, profetas, videntes.

Por citar unos pocos, Demócrito, el sabio griego, afirmó con razón que la Vía Láctea se trataba de una gran colección de estrellas, tan distantes que se habían fundido entre ellas. Y que nuestra inmensa galaxia no es más que una isla entre las miles y miles de galaxias (o islas) del universo.

En 1543, Nicolás Copérnico dio a conocer un estudio llamado De revolutionibus orbium coelestium, en el que exponía la teoría heliocéntrica tomada del astrónomo griego Aristarco de Samos (siglo III a.C). Sólo se decidió a publicarlo en su lecho de muerte para evitar la ira de la iglesia, pues el estudio afirmaba que los planetas giraban alrededor del Sol.

Los mayas previeron un gran cambio para el 2012 (contando siempre a partir de Jesús, no olvidemos que antes hubo miles de años de vida que normalmente no contamos, o no nos dejaron contar).

Nostradamus escribió más de un millar de profecías que se cumplieron. Por mencionar sólo unas pocas: el derrumbe de las Torres Gemelas; la aparición de “Hister” (errando sólo en una letra al apellido del líder nazi); las plagas y guerras que han sucedido en oriente medio, la caída de reyes; incluso menciona que en estos tiempos habría “arañas en el cielo”. ¿Se referiría a los constantes vuelos de aviones militares —los llamados chemtralis— que dejan residuos químicos a modo de telaraña en el cielo? Estos químicos nocivos esparcidos diariamente a la luz del día en las grandes capitales (en todas menos en China) tienen el fin de alterar el ánimo, influir en la psiquis, impedir a la población el contacto con el Sol y debilitar las defensas inmunológicas de la gente. Los aviones que realizan esto cuentan con el aval de la NOOA (National Oceanic and Atmospheric Administration), de Estados Unidos.

Diariamente puedes ver los trazos y estelas blancas si miras el cielo, o ver los videos
en youtube.

Y así, la lista de gente con la mirada elevada que predijo cosas es amplia… Edgar Cayce, Helena Blavatsky, Galileo Galilei, Newton, Sócrates, Cristóbal Colón y tantos anónimos visionarios desconocidos. Ellos fueron pioneros, descubrieron cosas que después se constataron. 

Más cerca de nosotros, Rupert Sheldrake descubrió y popularizó la teoría de los campos morfogenéticos que puede sintetizarse así: cuando a un porcentaje de la población le entra una misma vibración o idea al inconsciente colectivo, la especie capta la misma sintonía y evoluciona.

El doctor Masaru Emoto descubrió las diferencias que las emociones humanas y las vibraciones generan en el agua y en los líquidos del cuerpo físico. 

Y Carl Sagan, el astrofísico, que nos deslumbró con sus nuevas formas de ver el 
universo.

Incluso hubo otros como Buda, Zarathustra, Jesús, Mahoma o Abraham que hablaron en un lenguaje simbólico que no fue del todo comprendido, incluso, en la mayoría de los casos, fue tergiversado y malinterpretado.

Como salían del común de la masa crítica, se les llamó locos, se les quemó, se les envenenó y asesinó, ignorando el auténtico mensaje que expresaban entre líneas para despertar las conciencias. Pero eran seres con una alta capacidad para comunicarse con el universo y con las diferentes formas de vida que hay en él y no podemos ver.
Por ejemplo, si a Napoleón o a cualquier rey de la antigüedad, en su época, alguien le hubiera dicho que se podía grabar y escuchar música en un disco; o que los seres humanos se podrían enviar mensajes y comunicar mediante una computadora o un aparato llamado teléfono, su respuesta hubiera sido decapitar a quien se lo dijera y tomarlo por loco.
Los sabios y los profetas fueron silenciados. Luego comenzaron a circular mentiras como si fueran verdades absolutas. Hay muchos ejemplos de las mentiras más evidentes; en la actualidad los vemos como ejemplos tontos, pero en su tiempo fueron casi una ley: “El Sol y los planetas giran alrededor de la Tierra, no al revés”; “La Tierra es plana y la sostienen dos elefantes y tres tortugas”; “El sexo es pecado y es la tentación del diablo”; “Los judíos y los negros son inferiores”; “Eva sale de una costilla de Adán”, etcétera. Podemos pensar: “eso ya no existe, es de siglos pasados”. Pero no.

Lo grave es que las mentiras se fueron perfeccionando y se hicieron más sofisticadas a medida que la masa global de la humanidad fue evolucionando. Y muchas que circulan hoy día de manera sutil fueron tomadas peligrosamente como verdades. Una de ellas es creer que en este universo tan vasto y amplio la única forma de vida que existe es la terrestre. ¡Cuánto espacio desperdiciado entonces! Esto se afirma a pesar de tener pruebas de vida de seres de otras dimensiones, sobre todo en el Área 51 de Estados Unidos, la famosa base militar que figura en documentos oficiales de la CIA, situada al sur de Nevada, donde según se cree los gobiernos han ocultado pruebas de seres extraterrestres.

Pero hay una cosa cierta: probablemente somos la única forma de vida en la tercera dimensión. Parecemos tiburones que no pueden salir del agua para ver que hay más cosas. Cosas que se ven sólo con otros ojos, cambiando la visión. Y justo este punto es crítico porque el ADN original del ser humano ha sido alterado, manipulado y se le han cerrado las puertas al uso completo de los 64 codones (sólo están 20 activos), como también a las 12 hebras, ya que sólo 2 están activas. Hay muchas cosas de las que nunca nos enteramos por “no tener tiempo” o no investigar.

El Gobierno Secreto y la iglesia, junto al Club Bilderberg, los francmasones y demás organizaciones vinculadas al manejo dogmático de las masas, son los acusados de censurar y vetar información confidencial sobre nuestro verdadero origen divino.

Se han ocultado hallazgos arqueológicos de más de 12,000 años de antigüedad y hay infinidad de medios de aletargamiento existencial: futbol, play station, programas de TV, vidas de famosos, vuelos químicos, alteración del ADN, manipulación económica, chivos expiatorios, guerras encubiertas, información oculta de seres extraterrestres y tecnología para viajar más allá del tiempo, manipulación sexual y moral, alteración climática y un sinfín de falsas creencias que nos han sido impuestas por la fuerza y sin anestesia. Éstas se imprimen en el alma de un ser humano dormido, gracias a lo cual las mentiras se reproducen.

Es hora de despertar.
Todavía no hemos hecho el cambio de visión, sólo el puñado de personas que hemos llamado “iluminados” han expandido su conciencia quitándole todas las fronteras, para sentirse infinitos como el universo.

La Tierra, con un diámetro de 12,756 kilómetros, gira a 30 kilómetros por segundo alrededor del Sol, tiene una antigüedad de 4,600,000,000 de años y está habitada por 6,500,000,000 personas. Al girar en el espacio infinito del universo, va siguiendo determinados ciclos. No nos olvidemos que la palabra “cosmos” significa orden.

Mientras nosotros vivimos enfrascados en insignificantes problemas, no nos damos cuenta pero nuestro planeta se está moviendo. El giro del Sol alrededor de la galaxia es de 230 kilómetros por segundo, mientras que nuestra galaxia se mueve a 600 kilómetros por segundo. Los astrónomos dicen que este universo es un sitio muy activo, cambiante, violento. Los sabios mayas hacían sus cálculos y profecías observando los cielos. Sin embargo, nosotros creemos que todo está fijo, inmóvil. En realidad, no es todo como lo ven los ojos físicos; aparentemente, las estrellas están quietas arriba de nuestras cabezas, pero no es así. ¡Algunas viajan a 500,000,000 de kilómetros por hora! ¡Todo está en movimiento! Vivimos buscando la seguridad en todos los sentidos, pero por ejemplo, la Tierra recibió colisiones de asteroides desde hace miles de años, como el cráter Meteoro en Arizona o los que cayeron en Siberia o en Arabia Saudita. De hecho, Júpiter es un escudo protector debido a su gran tamaño, recibe la mayoría de impactos de los asteroides en su superficie, resguardando a la Tierra. 

En la actualidad, a través de satélites y telescopios como el Hubble, podemos ver fotografías e imágenes de un universo que asombra los ojos físicos y conmueve el alma con tanta belleza y magnificencia. Gracias a la NASA hemos conocido algunos cálculos matemáticos realizados con sofisticados aparatos. Asimismo, nos alegramos de dar unos cuantos pasos en libertad sobre la Luna, pero seguimos peleando por territorios y trozos de tierra en este planeta.

¿Cómo hicieron las civilizaciones antiguas, sin estas tecnologías, para conocer tantas cosas, hoy día comprobables con exactitud; para descubrir los misterios, profecías, cálculos matemáticos, astronómicos y científicos, incluso nuestra posición dentro del cosmos?

Los mayas fueron una civilización con seres humanos iluminados, sabios y científicos. Ellos dijeron que el universo es un ser vivo. Y que de la misma manera que un cuerpo humano tiene su proceso de inhalar y exhalar a través del movimiento de los pulmones, y el sístole y el díastole del corazón, el universo tiene ciclos, que podríamos llamar respiratorios. Predijeron con exactitud matemática muchas cosas, entre otras que estamos a punto de entrar, con nuestra galaxia, en una nueva etapa de luz y armonía, “el día galáctico”, saliendo de la “noche galáctica”, un periodo de más de 5,125 años, en el que hubo problemas, conflictos, guerras y confusión. Es el momento que se suspende momentáneamente una inhalación para dar paso a una exhalación.

Los científicos, en cambio, hablan del Big Bang y del Big Crunch. La expansión del universo y luego su contracción. El Yin y el Yang, la entropía y la entalpía, lo Femenino y lo Masculino.

Los mayas, hace siglos, dejaron importantes conocimientos y profecías, pero la mayoría no ha escuchado este crucial mensaje, mientras que 38,000 códices fueron quemados por la iglesia cristiana, a manos del fraile Diego de Landa. Tampoco se le siguió prestando atención a los egipcios antiguos, a la enseñanza atlante o a los indios de Australia y de América.

La primera profecía maya afirma que llegaría el “tiempo del no-tiempo”, un periodo de 20 años llamados por ellos un katún. Los últimos 20 años de ese gran ciclo solar de 5,125 años van desde 1992 hasta el año 2012. Los mayas profetizaron que aparecerían manchas de viento solar cada vez más intensas. Desde 1992 la humanidad entraría en un último periodo de grandes aprendizajes.

La segunda profecía afirma que el comportamiento de toda la humanidad cambiaría rápidamente luego del eclipse solar del 11 de agosto de 1999; dijeron que ese día se vería como un anillo de fuego recortado contra el cielo; fue un eclipse sin precedentes en la historia, por la alineación en cruz cósmica con el centro de la Tierra. Casi todos los planetas del sistema solar se posicionaron en los cuatro signos del zodiaco, Leo, Tauro, Escorpio y Acuario, coincidiendo con los signos de los cuatro evangelistas de la Biblia, los cuatro custodios del trono que protagonizan el Apocalipsis —del griego Apokálypsis, que significa lo que se revela, mal comprendido al traducirlo como destrucción—. Los mayas predijeron que en 1999 comenzaría una etapa de cambios rápidos necesarios para renovar los procesos ideológicos sociales y humanos. 

La tercera profecía maya dice que una ola de calor aumentaría la temperatura de la Tierra, generando cambios climáticos, geológicos y sociales en una escala sin precedentes, y de una forma vertiginosa. Los mayas dijeron que el aumento de la temperatura se daría por la combinación de varios factores, uno de ellos provocado por el hombre que en su falta de sincronía con la naturaleza sólo puede generar procesos de autodestrucción. Además, otros factores serán producidos por el Sol, que al acelerar su actividad por el aumento de su vibración incrementa la radiación, aumentando la temperatura del planeta. 

La cuarta profecía afirma que el aumento de temperatura causado por la conducta antiecológica del hombre y una mayor actividad del Sol provocaría un derretimiento de hielo en los polos. Si el Sol aumenta sus niveles de actividad por encima de lo normal, habría una mayor producción de viento solar, más erupciones masivas desde la corona del astro, un aumento de la irradiación y en la temperatura del planeta.

Como se registra en el códice Dresden, cada 117 giros de Venus, que aparece en su mismo punto de partida, el Sol sufre fuertes alteraciones, aparecen enormes manchas o erupciones de viento solar. Advirtieron que cada 1,872,000 kines o 5,125 años se producen alteraciones aún mayores. Cuando esto ocurre, el hombre debe estar alerta, es el presagio de cambios y destrucción. (Los científicos actuales prevén las llamadas máximas solares o eyecciones de masa coronal CME, durante 2011 y 2012.)

La quinta profecía maya dice que todos los sistemas basados en el miedo, sobre el que está fundamentada nuestra civilización, se transformarán simultáneamente con el planeta y el hombre, para dar paso a una nueva realidad armónica. El hombre ha pensado equivocadamente que el universo existe sólo para él, que la humanidad es la única expresión de vida inteligente, y por eso actúa como un depredador de todo. 

Los sistemas fallarán para enfrentar al hombre consigo mismo y hacerlo ver la necesidad de reorganizar la sociedad y continuar en el camino de la evolución espiritual que nos llevará a comprender la creación. En estos momentos, prácticamente todas las economías del mundo están en crisis. El hombre deberá entrar al “gran salón de los espejos” para ver su propio rostro.

La sexta profecía maya dice que en los próximos años aparecerá un cometa cuya trayectoria pondrá en peligro la existencia misma del hombre. Los mayas veían a los cometas como agentes de cambio que ponían en movimiento el equilibrio existente para que ciertas estructuras se transformaran permitiendo la evolución de la conciencia colectiva.

La séptima profecía maya nos habla del momento en que el sistema solar, en su giro cíclico, sale de la noche galáctica para entrar al amanecer. Esta profecía vaticina que, en los 13 años que van desde 1999 al 2012, la luz emitida desde el centro de la galaxia sincronizará a todos los seres vivos y les permitirá acceder voluntariamente a una transformación interna que produce nuevas realidades. Menciona que todos los seres humanos tendrán la oportunidad de cambiar y romper sus bloqueos, recibiendo un nuevo sentido, la comunicación a través del pensamiento, los hombres que voluntariamente encuentren su estado de paz interior, elevando su energía vital, llevando su frecuencia de vibración interior del miedo hacia el amor, podrán captar y expresarse a través del pensamiento y con él florecerá el nuevo sentido. 
La energía adicional del rayo es transmitida por el Hunab-Kú, considerado por los mayas como el centro consciente de la galaxia, a unos 28,000 años luz de nuestro sistema solar. Desde dicho centro-conciencia superior se activará el código genético, nuestro ADN, para revelar el origen divino en los hombres y mujeres que estén en una frecuencia de vibración alta. Este sentido interno ampliará la conciencia de todos los seres, generando una nueva realidad individual, colectiva y universal. Una de las trasformaciones más grandes a nivel planetario, pues todos los seres conectados entre sí como una unidad, un todo, darán nacimiento a un nuevo ser en el universo. La reintegración de las conciencias individuales de millones de seres humanos despertará una nueva conciencia en la que todos comprenderíamos que somos parte de un mismo organismo gigantesco.

Los mayas también predijeron que se despertaría la capacidad de leer el pensamiento entre los seres. Esto revolucionaría totalmente la civilización, desaparecerían todos los límites, terminaría la mentira para siempre porque nadie podría ocultar nada, y comenzaría una época de transparencia y de luz que no podrá ser opacada por ninguna violencia o emoción negativa. También anunciaron que desaparecerán las leyes y los controles externos como la policía y el ejército, pues cada ser se haría responsable de sus actos, no habría que implementar ningún derecho o deber por la fuerza. Se implementarían tecnologías para manejar la luz y la energía (como los antiguos atlantes) y con ellas se transformaría la materia, produciendo de manera sencilla todo lo necesario. Por ello, se daría una eliminación del miedo y de las enfermedades, al vibrar con otra energía. Así se prolongaría la vida de los hombres. La nueva era sería un comienzo de vida luminosa y armónica con las leyes del universo.

La humanidad actual, en su estado de homo sapiens, progresó tecnológicamente pero involucionó en su conciencia (aunque lo de “tecnológicamente” es discutible si creemos que los egipcios gobernaban la antigravedad…).

El común de la gente de nuestra civilización ha perdido la conexión que los antiguos tenían con La Fuente, el Origen, el Todo. No se ha comprendido con profundidad la magnitud que tales civilizaciones tuvieron. Creemos que eran bárbaros, paganos, incultos porque adoraban al Sol y a las estrellas…
Ahora nos sentimos solos, aislados. Estamos juntos, conectados, comunicados; pero solos. ¿Nos sentimos solos porque hemos perdido el contacto con La Fuente que los antiguos veneraban? Hemos perdido el contacto consciente con el Sol como un ser vivo, a cambio de querer de él que sólo nos deje la piel bronceada. 

Alejados de nuestro ser interior y del lenguaje de los cielos, estamos viviendo en una especie de intemperie metafísica.
Curiosamente, la etimología de las palabras (de la que se aprenden muchas cosas) nos regala un juego de fonética en castellano con la palabra “soledad”; ya que si le invertimos el orden nos queda “edad del Sol”, que significa ni más ni menos, momento de luz, intimidad, claridad con uno mismo y con todo lo que nos rodea.

Poca gente conoce esa soledad rica, que nutre, que conecta con La Fuente de la vida. 

La física cuántica está haciendo descubrimientos y experimentos respecto a la realidad dependiendo de cómo la veamos.

Es un momento en el que se aproximan grandes cambios.
Hagamos un juego: imaginemos que somos una hormiga y que vemos el proceso del tubo digestivo humano. Ampliando la perspectiva, es como si nosotros viéramos los movimientos de los planetas, las nubes de gas, el nacimiento de nuevas estrellas, el universo alimentándose y desechando materia a través de las supernovas. Nos podemos preguntar, ¿y si estuviésemos dentro de un gran cuerpo vivo y las estrellas del universo fueran lo mismo que las células lo son en nuestro cuerpo? ¿Y si los planetas representaran para el universo lo que son las glándulas endocrinas en nuestro cuerpo? ¿Y si estuviéramos dentro de un gigantesco cuerpo vivo albergando un inmenso potencial, igual que las semillas de mostaza en la parábola de Jesús?

Nuestro mayor valor para descubrir todos los misterios es la conciencia.

De la misma forma que la esencia de una célula de nuestro cuerpo humano es la luz,nuestra conciencia está compuesta de energía luminosa. Es lo único infinito que poseemos. Se ha comprobado científicamente, gracias a la cámara Kirlian, que el miedo hace bajar la luz personal y la energía vital.

Son tiempos de confusión, de miedo, de incertidumbre. Los orientales lo llaman la Era de la Oscuridad, la Era de Kali. No tienes que ir muy lejos para comprobarlo, basta leer los periódicos o ver las noticias, mirar los rostros de la mayoría de las personas.

Vivimos hipnotizados, adoctrinados, dormidos. La visión no está ni hacia arriba, hacia el universo; ni hacia adentro, hacia nosotros mismos. La visión está puesta en la supervivencia, o en el futuro, o en la vanidad, o en la ambición, en la nada… Nuestra visión está nublada. Hemos perdido u olvidado conocimientos importantes.

Ni qué hablar de lo más básico, poca gente sabe, por ejemplo, cosas de su propio cuerpo: ¿cuántas vértebras tiene? ¿Cuántos litros de sangre? ¿Cuántas veces respiramos por minuto? ¿Cuántos espermatozoides salen en una eyaculación? ¿Cómo es nuestro mundo emocional?
Los griegos antiguos, en el templo de Apolo en Delfos, grabaron en la piedra: “Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al universo y a los dioses”.

Hay más cosas que las que nuestra razón y entendimiento limitado comprenden. El “Eureka” de Arquímedes no vino por la razón, sino por la intuición, el sentido interno.

Muchas cosas escapan a las limitaciones humanas. Sólo hemos podido tener noticias de dimensiones elevadas por seres que se destacan de la muchedumbre para anunciar nuevos descubrimientos o predecir acontecimientos. Pero se les ha tratado de silenciar por todos los medios. La gente que ha tenido el poder en este planeta, siempre trató de que el hombre mirara hacia el suelo.

La mirada de la hormiga.
Una visión limitada genera personas fáciles de dominar. Sin embargo, cuando alguien desarrollaba la mirada del águila, podía ver, a través de su vuelo más alto, que por la vida había paisajes que los comunes mortales ignoraban. 2012. Éste es el año terrestre en que las profecías mayas dicen que la humanidad está a punto de ensayar la mirada del águila, del mismo modo que los egipcios hablaban del ojo de Horus, la expansión de la conciencia. Una visión coincidente con la de los indios Hopi, con los yoguis de la India. Todos mencionan que necesitamos ver con el ojo interior y su poder para comprender que el universo, que parece tan distante y ajeno, en realidad, está en la palma de la mano y responde a una sola Unidad.


Un proverbio dice que la vida del hombre es una línea entre dos puntos: un pasado que no recordamos y un futuro que no sabemos cómo será.

21 de diciembre de 2012, sólo una parte de la humanidad —la que expanda su visión interior y su capacidad de atravesar el gran portal dimensional— tendrá la posibilidad de conocer su origen y volver a mirar desde su interior hacia las estrellas…

Guillermo Ferrara

Libro, El Secreto de Adán.