lunes, 28 de julio de 2014

SÓLO POR HOY


(Decálogo de: Francisco Antonio Zea Pérez)

1.- ...Seré feliz. Expulsaré de mi espíritu todo pensamiento triste. Me sentiré más alegre que nunca. No me lamentaré de nada. Hoy agradeceré a Dios la alegría y la felicidad que me regala.

2.- ...Trataré de ajustarme a la vida. Aceptaré el mundo como es y procuraré encajar en él. Si sucede algo que me desagrade no me lamentaré ni me mortificare, agradeceré que haya sucedido porque se puso a prueba mi voluntad de ser feliz. Hoy seré dueño de mis nervios, de mis sentimientos, de mis impulsos. Para triunfar tengo que tener dominio de mi mismo.

3.- ...Trabajaré alegremente, con energía , animo y pasión. Haré de mi trabajo una diversión. Comprobaré que soy capaz de trabajar con alegría. Comprobaré mis pequeños triunfos. No pensaré en los fracasos.

4.- ...Seré agradable. No criticaré a nadie. Si comienzo a criticar a una persona cambiaré la crítica en elogios. Toda persona tiene sus defectos y sus virtudes. Concentraré mi atención en sus virtudes y olvidaré sus defectos. Hoy evitaré las discusiones y conversaciones desagradables.

5.- ...Voy a eliminar dos plagas: la prisa y la indecisión. Hoy viviré con calma y paciencia, porque la prisa es enemiga de una vida feliz, y triunfare. No permitiré que la prisa me acose ni que la impaciencia me abrume. Hoy tendré confianza en mi mismo. Le haré frente a todos los problemas con decisión y voluntad, y no dejaré ninguno para mañana.

6.- ...No tendré miedo, actuaré valientemente. El futuro me pertenece. Hoy tendré confianza en que Dios ayuda a los que luchan y trabajan. 

7.- ...No envidiaré a los que tienen más dinero, más belleza o más salud que yo. Contaré mis bienes y nos mis males. Compararé mi vida con otros que sufren más.

8.- ...Trataré de resolver los problemas de hoy. El futuro se resuelve así mismo. El destino pertenece a los que luchan. Hoy tendré un programa que realizar; si algo me queda por hacer, no desesperaré, lo haré mañana.

9.- ...No pensaré en el pasado. No guardaré rencor a nadie. Practicaré la ley del perdón. Asumiré mis responsabilidades y no echaré la culpa a nadie por mis problemas. Hoy comprobaré que Dios me ama y me premia con amor.

10.- ...Haré una buena acción a alguien. ¿A quien? Buscaré a alguien para hacerlo, sin que lo descubran y, al llegar la noche, comprobare que Dios me ha premiado con un día lleno de felicidad. ...Y de mañana haré un día como hoy...

EXTRAÍDO DE:
 METAFÍSICA PARA LA VIDA DIARIA - SAINT GERMAIN

martes, 8 de julio de 2014

SANANDO LAS HERIDAS DEL ALMA

La Sanación del alma es un recurso al cual podemos acceder los humanos con apoyo en la razón… “No intentes curar tu cuerpo sin antes haber sanado tu alma"… Cuántas veces las circunstancias de la vida o de las personas a nuestro alrededor provocan en nosotros diferentes emociones negativas que despiertan celos, envidias, rencores, rabia, miedos, etc, que potenciamos trayéndolas una y otra vez a nuestro pensamiento. Cada vez que estos pensamientos negativos llegan a nuestra mente, son como tragos amargos de una sustancia ácida que nos corroe el alma y escurre hasta dañar también nuestro cuerpo.

Por eso, la verdad que encierra la frase que menciono es de una grandeza sin igual. "No intentes curar tu cuerpo" significa, que muchas personas intentan una y otra vez sanar una dolencia o trastorno físico con medicamentos, terapias o diferentes productos sin darse cuenta que la verdadera raíz de ese dolor o de esa enfermedad no se originó en el cuerpo sino en el alma y que para curarse, primero debe sanar su alma. Tal vez no estemos conscientes de las emociones negativas que guardamos hacia alguna persona, que abrigamos rencores, envidias, celos ni nada que se le parezca; pero también nos daña cuando hemos renunciado a nuestros propios sueños, cuando nos sacrificamos por alguien para sentirnos amados y podemos ser presa de la frustración que también es una emoción negativa.

El modus operandi de estas emociones negativas es que al traerlas una y otra vez a nuestra mente, es como si proyectáramos una sombra sobre nosotros, como si al entrar en un cuarto obscuro, evitáramos el contacto con la luz. Así se siente nuestra alma, en obscuridad, en soledad y con el tiempo afectamos nuestra energía creando un campo de cultivo para la enfermedad. Ésta "enfermedad", es la que luego nos recordará lo que tenemos "pendiente" con la vida, siempre producto de una falta de amor hacia nosotros mismos y salen a relucir los traumas y las carencias emocionales que nos han hecho llegar hasta éste punto. 

Es posible también que neguemos estas emociones negativas, puesto que al admitirlos se nos arrebata el recurso de utilizar nuestra enfermedad a modo de coartada para rehuir los problemas que tenemos pendientes. Si lo hacemos así, debemos reconocer que no somos víctimas de esa terrible enfermedad, ni de la vida insalubre o de la fatalidad sino que debemos poner en primer plano el aspecto espiritual de nuestra enfermedad. Así, los síntomas se nos revelan como manifestaciones físicas de los conflictos internos y al descifrar su mensaje descubriríamos nuestros sus problemas.

De la misma manera, en que la mente es capaz de producir daños en el cuerpo, opera en sentido contrario: el poder de la mente puede sanar el cuerpo. Debemos recordar que el poder de nuestra mente para la sanación física o espiritual es ilimitado, aunque aún no podamos entender a cabalidad esta capacidad. Por eso, la gran fuerza de nuestra energía interior y la capacidad que poseemos para recuperar la salud debe ser utilizada con mayor conciencia, ya sea por sí sola o en combinación con los tratamientos o terapias convencionales.

La sanación del alma actúa en el mundo de las energías sutiles que son invisibles al ojo humano. No es una técnica, ni siquiera un arte: es una actitud especial hacia la vida que podemos desarrollar ya que todos la poseemos en potencia. La sanación puede ayudar a restaurar la salud física y psicológica, aliviar los dolores, favorecer la calidad de la vida. En los momentos finales de la existencia, la Sanación puede ayudar a que la persona realice su tránsito en paz, feliz y con todo conocimiento. Si ya estamos "enfermos", es decir, que el desequilibrio ha llegado a afectar a nuestro cuerpo físico, podemos aprender a sanarnos tomando conciencia de nuestras carencias y también de las cosas de las que necesitamos desprendernos. 

A veces la carga que llevamos a nuestras espaldas es demasiado pesada y la liberación de aquellas emociones que nos hacen daño, es un gran paso hacia la sanación. A través de la sanación del alma, accedemos a una herramienta de autoconocimiento que nos ayudará a tomar conciencia de por qué nos pasa lo que nos pasa, y nos ayudará también, con el tiempo, a recordar quiénes somos y qué hemos venido a hacer aquí.