¿Qué entendemos por creencia?, la palabra creencia nos remite a un sin fin de pensamientos acompañados de acciones que se sumergen en lo imaginario colectivo universal con la intención de darnos una luz, imaginable o no, a algo que se escapa a nuestros sentidos y que se remonta a un futuro que aún no existe pero sin embargo es necesario visualizar hasta el punto de sentir, para dar viveza a nuestra existencia como seres humanos. Las creencias nos dan esperanzas, nos guían internamente y subconscientemente en la vida, siendo éstas unos de los pilares más importantes, junto a la sabiduría, mediante la cual la vida del hombre sustenta.
Dentro de las creencias que nos rodean, la idea del futuro como tal, la incertidumbre hacia éste y la vista positiva hacia lo desconocido o lo que está “más allá” de la vida forma uno de los misterios mas arraigados e intencionalmente infiltrados en nuestra conciencia, todo este concepto ha acompañado al hombre desde sus inicios, y ha marcado su vida, mediante ritos que no hacen mas que ser una teatralización de la esperanza.
Debemos tomar conciencia de lo que significa para todo ser humano “el creer”, la necesidad de creer en algo no es más que la debilidad inconsciente de nosotros mismos frente a la existencia, ya lo decía el filósofo alemán Nietzsche: “el hombre que necesita creer en algo superior a su conocimiento es un ser débil que no es capaz de vivir su propia vida y tomar las riendas de esta”. Tomando como punto de partida esta cita el presente ensayo se desarrollará bajo la idea de que la creencia en algo superior al ser humano, ya sea un ser espiritual, un mundo llamado “paraíso” o simplemente la alegoría de la esperanza no es más que una trampa socialmente aceptada y enaltecida para someter nuestras vidas a un yugo que nos resta la vitalidad y nos hace olvidar que la existencia es simplemente el presente, que el futuro como tal no existe y el pasado no se puede recuperar.
La creencia de alguna deidad o ser superior, considerado como santo, divino o sagrado ha estado presente durante toda la historia de la humanidad. Éstos han sido adoptados generalmente en forma humana, de animales y objetos, son adorados, con un poder importante, sobrenatural e inmortal que supuestamente están para aquellos que crean en ellos hasta el punto de incluso sacrificar cosas, animales, y hasta ellos mismos para satisfacer las necesidades del ser superior y así, demostrar los actos que harían a favor de éstos mismos. Sin embargo también se encuentran deidades que no se les atribuye poder alguno y solo son adorados.
El hecho de creer en algo que no pueden ver físicamente no es una imposibilidad para los creyentes de poner las manos al fuego por aquellos seres divinos que podrían solucionar los problemas que tenga el individuo, su familia o comunidad, ya sean en el aspecto del amor, lo material y salud entre otras. Pero éstos no solamente pueden traer beneficios a quienes crean en él, sino que también desgracia, castigo y hasta muerte para los que le fallen o no los adoren como tal.
Entones, ¿Estos seres divinos o entes en realidad existen? Es una pregunta que se ha planteado más de alguna persona, y para contestarla se toma en cuenta de que para justificar la existencia de algo se necesitan evidencias, y la verdad es que no hay evidencia de algo superior o divino. Esto nos lleva a la hipótesis de que el humano tiene la necesidad de creer y tener fe en una deidad o ser espiritual superior. ¿Pero con qué razón?
Un niño nace y no tiene ni el mayor conocimiento de lo que es una palabra, una cosa, etc. este va adquiriendo noción de todo a causa de lo que le inculcan los padres y las experiencias que tiene a medida que pasa el tiempo. Si a este niño le enseñan que existe un ser superior, que debe creer en él, que debe adorarlo y respetarlo, será lo que hará hasta que tenga el discernimiento suficiente como para decidir entre creer o no. Sin embargo en la mayoría de los casos éste puede seguir creyendo hasta el fin de sus días, lo cual sería comprensible debido a la presión que se tiene por parte de otros creyentes o el hecho de que si no lo hace ‘’el dios del agua, fuego, viento, de la luna, sol o simplemente dios’’ dejará caer su ira sobre él. A esto se le suman las inquietudes del ‘’¿Qué hay después de la muerte?’’ que juega un papel importante en el hecho de creer, ya que esto da una esperanza de que al morir no dejaremos de existir simplemente, que después de ‘’pasar el túnel’’ habrá un mundo maravilloso, una nueva vida o quizás algo más, dependiendo del sin número de dioses, entes o otros seres en las diferentes culturas. Esto da una esperanza a la persona, una razón de creer al no aceptar que después de la vida simplemente, no hay vida.
Los humanos tienen la necesidad de darle una explicación a aquello que no pueden entender, cuando no encuentran una explicación real y lógica buscan en lo sobrenatural. Fue así como surgió la mitología hace milenios y, desde entonces por mucho que avance la ciencia, la tecnología y el conocimiento humano, no se ha podido librar de las supersticiones que acompañan al hombre desde los tiempos pasados.
Pero ¿Podemos vivir sin creer en algo? La mayoría de nosotros creemos en algo. Es una forma de no sentirnos desamparados y darle un sentido a nuestras vidas, creer en algo es un recurso que permite sobrellevar los vacíos existenciales.
Concluyendo el tema cabe destacar que cada uno tiene la libertad de creer en lo que estime conveniente o le haga feliz, destacando que la necesidad de creer se manifiesta en forma diferente en cada uno de nosotros. Algunos pueden creer en dioses, religiones, en el fútbol, en el amor, en la amistad, y lo esencial, en uno mismo, porque creer es una necesidad del ser humano. Sin embargo claro está que no es lo mismo creer en nuestras propias posibilidades, nuestros posibles logros laborales, profesionales y personales, que creer en religiones y dioses, suerte o destino.
El pensamiento en algo supuestamente mágico muchas veces invade nuestras creencias y preferimos creer en lo irreal, lo que no depende de nosotros, sino que vincula con un ser superior más que con nosotros mismos. Pero a pesar de todo, es difícil hacer cambiar a alguien de ese pensamiento o creencia, pues no puedes convencer a un creyente de nada porque sus creencias no están basadas en evidencia, sino que están basadas en una enraizada necesidad de creer.
Autor: Sebastián Saavedra Ramírez.